
La idea de la Happy House Rizzi surgió en 1997 con una conversación entre Jäschke Olaf, dueño de la galería aeschke en Brunswick y el artista Pop de Nueva York James Rizzi,
sobre un edificio de 5 plantas que de por si fuera un monumento al arte
moderno. Sólo seis meses después ya se había convertido en un plan
viable y en 2001, el arquitecto Konrad Kloster y James Rizzi se unieron
para construir sobre las ruinas de una antigua granja de un palacio
ducal, lo que se convertiría en un punto de referencia en la ciudad y un
homenaje de ladrillo y mortero al arte moderno, la casa más feliz del
mundo.

Construida
para niños y mayores, para disfrute de todo aquel al que le gusta el
arte, ¿a quién no le gustaría un edificio así en su ciudad?, una casa
diferente, alegre, que transmite optimismo y felicidad y un bello enlace
entre las construcciones sajonas de siglos pasados y los modernos
edificios de oficinas de la ciudad. Os va a encantar, de verdad, es una
maravilla.














