Hacía
más de un siglo que las autoridades prohibieron este tipo de
atracciones. El último antecedente lo registró en el siglo XIX Jean
Francois Gravelet, más conocido como “the great Blondin”. A su sucesor,
en el siglo XXI, le han concedido un permiso especial y la retransmisión
exclusiva por el canal propiedad de Disney en “prime time”. El precio
consistió en la obligación de ir sujeto a un arnés de seguridad. La ABC
no quería que la fiesta acabara en tragedia, pese a la oposición del
artista.
En Estados Unidos, un funambulista no lograba tanta
atención desde que, en 1974, Philippe Petit cruzó un horizonte hoy
inexistente. Partió de una de las torres gemelas para alcanzar la otra,
en el World Trade Center de Manhattan, desaparecido tal como era con los
atentados del 11-S del 2001.
De
Wallenda se
explica que es la séptima generación de “temerarios”. “Cuando ya había
recorrido más de la mitad he empezado a pensar en mis antepasados, sobre
todo en mi bisabuelo, este es mi tributo a Karl Wallenda”, declaró una
vez concluido el trayecto.
Karl Wallenda murió en 1978 en Puerto Rico, a los 73 años. Se despeñó durante una acrobacia en el Condado Plaza Hotel de San Juan.
La
panorámica caminata, que reunió a unas 100.000 personas a un lado y
otro de las célebres cataratas, se inicio a las 10,15 de la noche en el
estado de Nueva York, las 4,15 de la mañana en Barcelona. A los 19
minutos y 55 segundos cruzó el punto de paso entre Estados Unidos y
Canadá. Poco después, y tras casi correr en los últimos metros, se bajó
del cable, entre los vítores del público y los abrazos de su esposa y de
sus tres hijos, de entre 14 y 9 años.
¿Indocumentado? Pues no. Una pareja de agentes fronterizos le esperaban. Todo estaba preparado.
Nick Wallenda
sacó su pasaporte. “Quiero ser una inspiración para la gente de todo el
mundo”, les dijo a los patrulleros después de que estos le dieran la
bienvenida.
Ahora, a esperar los permisos para un nuevo reto. Todavía más enorme: el
Gran Cañón del Colorado.