Primero tenemos esta gorra. No hay nada peor para un cervecero que tener un botellín y no poder abrirlo porque no tiene abridor. Claro, que él mismo se busca la solución, aunque sea un golpe seco en una superficie idónea para ello. Pero, ¿quién querría arriesgarse a hacerse daño en la mano cuando podemos coger nuestra gorra y abrir la botella con ella?
Y esto otro es un paraguas para quien es fumador. Ahora que no se puede fumar en el trabajo, ni en los centros de estudios, ni en los centros comerciales (cosa que, personalmente, aplaudo), muchos fumadores acaban empapados porque necesitan su cigarrito aunque llueva. No hay problema. Alguien tuvo la feliz idea de incrustar un cenicero al palo del paraguas